Una de las claves para poder entender el fracaso del diseño y posterior implementación del Transantiago radica en los criterios con que se elaboran las políticas públicas en Chile y en cómo la toma de decisiones está transversalmente cruzada por factores políticos.
El debate ha sido intenso en este sentido y el ala progresista de la Concertación argumenta que se debe a la excesiva tecnocratización del Estado, donde estarían primando racionalidades extremadamente técnicas a la hora de definir las prioridades, sin tener en consideración las necesidades ni los costos sociales de las políticas que se implementan.
No obstante, la experiencia demuestra todo lo contrario. En Chile, las políticas públicas tienen un fuerte tinte partidista, donde las decisiones, plazos y tiempos se adoptan de acuerdo al rendimiento electoral que ello pueda brindar más que a las urgencias sociales que se deben resolver. Es así como el mismo subsecretario de transporte dio luces sobre esta materia hace algunos días en los medios de comunicación.
Para muestra de un botón, en el mes de mayo el Gobierno hará entrega al Cuerpo de Bomberos de la Región Metropolitana de una partida de 20 carros avaluados aproximadamente en $200 millones cada uno, pero la designación de su destino no será tomada por la institución, sino que cada carro ya tiene asignado a que comuna irá, beneficiando en su gran mayoría a zonas donde existen alcaldes oficialistas, siendo que algunas de ellas cuentan con carros adquiridos hace muy poco y dejando sin flota renovada a otras compañías que si lo requieren con urgencia.
Con estos criterios, está claro por qué Chile no logra dar un paso sustantivo al desarrollo.
Carlos Cuadrado S.
Grupo Vértice
Carlos Cuadrado S.
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