La idea de algunos dirigentes de oposición de reflotar un gabinete paralelo propuesto por el actual senador Allamand hace algunos lustros atrás demuestra una vez más la escasa visión política que ostenta la élite aliancista.
La retahíla de felonías que arrastra la derecha desde el retorno a la democracia hace impracticable esta iniciativa, menos aún si su esencia no puede aplicarse en nuestro sistema político.
El objetivo del shadow cabinet –asentado primordialmente en regímenes parlamentarios como Inglaterra y Alemania- es fiscalizar de manera profesional y permanente los actos del gobierno de turno, con la gran diferencia que en aquellos sistemas existe el veto como herramienta para frenar los excesos o errores del primer ministro y su gabinete. De considerarse que su conducta afecta la administración eficiente del Estado o pone en riesgo la estabilidad interna o externa del país, el parlamento puede aprobar el veto y llamar a nuevas elecciones. Existen variantes como el veto positivo que se da en Alemania para evitar que se abuse de esta potestad.
En Chile, la única herramienta con que cuenta el conglomerado de derecha es la acusación constitucional contra miembros del gabinete que hayan abandonado sus labores o hayan cometido algún ilícito, situación que en los últimos 16 años no ha prosperado porque la oposición no es mayoría en el Congreso.
¿qué beneficios tiene entonces crear un gabinete en las sombras?. Para un sector acostumbrado a los caudillismos y personalismos, con aversión a compartir las cuotas de poder y que no cree en la competencia interna, los riesgos son mayores que los beneficios, situación que ya ha generado suspicacias en varios miembros de sus filas.
RN y la UDI debiesen abocar sus energías a crear un grupo de profesionales y técnicos destinados a generar el programa de gobierno que le ofrecerán al país el 2009 en vez de cogitar cómo lograrán más denuncias que dañen al gobierno de Michelle Bachelet.
Carlos Cuadrado S.
Grupo Vértice
La retahíla de felonías que arrastra la derecha desde el retorno a la democracia hace impracticable esta iniciativa, menos aún si su esencia no puede aplicarse en nuestro sistema político.
El objetivo del shadow cabinet –asentado primordialmente en regímenes parlamentarios como Inglaterra y Alemania- es fiscalizar de manera profesional y permanente los actos del gobierno de turno, con la gran diferencia que en aquellos sistemas existe el veto como herramienta para frenar los excesos o errores del primer ministro y su gabinete. De considerarse que su conducta afecta la administración eficiente del Estado o pone en riesgo la estabilidad interna o externa del país, el parlamento puede aprobar el veto y llamar a nuevas elecciones. Existen variantes como el veto positivo que se da en Alemania para evitar que se abuse de esta potestad.
En Chile, la única herramienta con que cuenta el conglomerado de derecha es la acusación constitucional contra miembros del gabinete que hayan abandonado sus labores o hayan cometido algún ilícito, situación que en los últimos 16 años no ha prosperado porque la oposición no es mayoría en el Congreso.
¿qué beneficios tiene entonces crear un gabinete en las sombras?. Para un sector acostumbrado a los caudillismos y personalismos, con aversión a compartir las cuotas de poder y que no cree en la competencia interna, los riesgos son mayores que los beneficios, situación que ya ha generado suspicacias en varios miembros de sus filas.
RN y la UDI debiesen abocar sus energías a crear un grupo de profesionales y técnicos destinados a generar el programa de gobierno que le ofrecerán al país el 2009 en vez de cogitar cómo lograrán más denuncias que dañen al gobierno de Michelle Bachelet.
Carlos Cuadrado S.
Grupo Vértice
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