Luego de ver la película protagonizada por Eduard Norton donde encarna a Eisenheim, un ilusionista de Viena que encandila a los habitantes de la ciudad con sus grandes trucos y destrezas, es inevitable sustraerse y no hacer un paralelo con lo que fue la administración Lagos.
A la luz de los antecedentes y luego de apreciar el fracaso del proyecto del puente Chacao, los casos de corrupción en Chiledeportes y el hasta ahora malogrado Transantiago entre otros, la sensación que queda como ciudadano es que durante el sexenio 2000-2006 estuvimos frente a un gran prestidigitador de las políticas públicas, quien gracias a una extraordinaria capacidad oratoria basada en la mayéutica y al gran blindaje que le dotaron sus ministros políticos, logró encandilar a parte importante del electorado, obteniendo así un alto apoyo en los sondeos de opinión.
Pero el hechizo se comenzó a agotar, al igual que la paciencia de millones de chilenos que hoy han visto desmejorada su calidad de vida a raíz de las fallas estructurales que presenta uno de los proyectos estrellas de la era Lagos, donde la improvisación en su diseño es la principal causa del mal funcionamiento del sistema.
Quien quiso transformarse en el gran estadista del siglo XX, terminó convertido en un ilusionista de la administración pública, al plasmar su gobierno de un realismo mágico que hoy se está desmoronando a pedazos y del que somos víctimas todos los chilenos.
Como en la película, Lagos al igual que Eisenheim ha logrado huir justo en momentos que es buscado para que responda a los cuestionamientos que se están haciendo a su gestión.
Carlos Cuadrado S.
Grupo Vértice
A la luz de los antecedentes y luego de apreciar el fracaso del proyecto del puente Chacao, los casos de corrupción en Chiledeportes y el hasta ahora malogrado Transantiago entre otros, la sensación que queda como ciudadano es que durante el sexenio 2000-2006 estuvimos frente a un gran prestidigitador de las políticas públicas, quien gracias a una extraordinaria capacidad oratoria basada en la mayéutica y al gran blindaje que le dotaron sus ministros políticos, logró encandilar a parte importante del electorado, obteniendo así un alto apoyo en los sondeos de opinión.
Pero el hechizo se comenzó a agotar, al igual que la paciencia de millones de chilenos que hoy han visto desmejorada su calidad de vida a raíz de las fallas estructurales que presenta uno de los proyectos estrellas de la era Lagos, donde la improvisación en su diseño es la principal causa del mal funcionamiento del sistema.
Quien quiso transformarse en el gran estadista del siglo XX, terminó convertido en un ilusionista de la administración pública, al plasmar su gobierno de un realismo mágico que hoy se está desmoronando a pedazos y del que somos víctimas todos los chilenos.
Como en la película, Lagos al igual que Eisenheim ha logrado huir justo en momentos que es buscado para que responda a los cuestionamientos que se están haciendo a su gestión.
Carlos Cuadrado S.
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